Asnef protege tu identidad


Este es un Blog con el que la Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito (ASNEF), ofrece información a los ciudadanos para que sepan proteger su identidad contra el uso fraudulento que de la misma pudieran hacer otras personas en operaciones financieras o comerciales.

El Blog ofrece también información sobre el Fichero de auto-inclusión “ASNEF PROTECCIÓN”, que está aprobado por la Agencia Española de Protección de Datos, y en el que los ciudadanos pueden incluirse entrando para ello en su página Web: www.asnefproteccion.es

Este es un fichero de uso gratuito para los ciudadanos que quieran preservar su identidad en la actividad financiera y comercial.

Resulta especialmente útil para aquellas personas que hayan perdido o a las que les hayan sustraído su DNI o su Tarjeta de Residencia, y no quieran ser víctimas del

ROBO DE IDENTIDAD

jueves, 27 de noviembre de 2014

El robo de identidad



El “robo de identidad” es el concepto  que se utiliza en Estados Unidos para definir la “usurpación de identidad”.

El “robo de identidad” se está abriendo paso como acepción popular, aunque desde un punto de vista conceptual resulta mucho menos preciso que el de “usurpación de identidad”

En el Código Penal español no existe la figura delictiva con el nombre de “usurpación de identidad”, sino la de “usurpación del estado civil”, que es un  delito  castigado en el Art. 401 con penas de prisión de seis meses a tres años.

Conceptualmente, por tanto, “identidad” y  “estado civil” serían figuras similares, y se les puede aplicar la definición que para la identidad tiene la Real Academia Española: “Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás”.

Los “rasgos propios” de una persona física son  cualidades diversas, algunas permanentes y otras variables, como el nombre y los apellidos, la filiación o nombre de los padres, el sexo, la fecha de nacimiento, el lugar de nacimiento, la nacionalidad, el domicilio, la situación de soltero, casado, viudo o divorciado, la imagen, así como aquellos otros datos que el Estado le  da para diferenciarla de las demás,  como el número de identificación que queda  íntimamente unido a las cualidades personalísimas señaladas anteriormente.

Todos estos datos conforman el  “estado civil” oficial de las personas y, por tanto, su identidad jurídica, que algunos denominan también “identidad analógica”.

Pero las personas físicas y jurídicas,  a lo largo de sus vidas, van enriqueciendo  sus identidades analógicas mediante sus actos, dotándolas de nuevos “rasgos personalísimos” que completarán sus identidades analógicas, conformando así nuevas identidades ampliadas que iremos analizando en otras entradas de este Blog.

Estos nuevos “rasgos personalísimos” que  generan los ciudadanos con su acción, conformarán  sus respectivas  reputaciones,  que desde un punto de vista jurídico se traducirán  en  el honor de cada una de ellas.

La “reputación” o el “honor”, por tanto, constituyen  la  construcción social y económica que cada persona va creando sobre sí misma a lo largo de su vida y que termina teniendo efectos positivos y negativos en su existencia,  porque conlleva  una profunda connotación pública.

Todas las personas, por muy sencillas que hayan sido en sus conocimientos, han tenido profundamente asumidos los conceptos de identidad,  fama  y honra en cualquier etapa histórica, lo que puede comprobarse en la literatura, en el cine, en los sucesos históricos y en los tratados jurídicos. Concretamente en la Constitución Española estos conceptos constituyen, junto con otros, el derecho fundamental al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.

Centrándonos ahora en la actividad económica, las personas físicas y jurídicas interactúan a distancia en los mercados porque poseen una identidad que sirve para diferenciarlas y,  porque pueden presentar ante los diferentes agentes que intervienen en los mercados,  una  reputación, modificable en el tiempo,  que las hace merecedoras de un determinado crédito.

Cuando los delincuentes usurpan las identidades de las personas para defraudar dentro de sistema financiero y comercial, no solamente están cometiendo delitos patrimoniales contras las empresas estafadas, sino que están modificando con estos actos delictivos el buen nombre y la reputación de los verdaderos titulares de las identidades robadas.

Pero el “robo de identidad”  no sólo sirve para perjudicar a las personas en sus relaciones económicas, sino que también se utiliza para  perjudicarlas, difamarlas, o manchar  su  “reputación social”.

El “robo de identidad” es el delito que está adquiriendo un crecimiento más rápido en el mundo, y su expansión se debe a que los ciudadanos no están tomando  las medidas necesarias para protegerla.

Aún no se tiene la conciencia generalizada del valor de la identidad para la individualización de las personas y para su participación activa en la vida social y económica,  y para ello pongo dos ejemplos:

No hacemos caso, en muchas ocasiones,  del riesgo que supone la pérdida o sustracción de los documentos oficiales de identificación, que son los que conforman nuestra identidad jurídica o “estado civil oficial”, limitándonos a reponerlos en las oficinas de Estado,  sin preocuparnos de que las documentaciones que se pierden o se sustraen  pueden ser utilizadas por los delincuentes para sus actividades fraudulentas. Existen mercados ilegales de documentos oficiales de identificación en todo el mundo.

No nos damos cuenta que los documentos oficiales de identificación, constituyen las llaves maestras y personalísimas que tienen los ciudadanos para poder operar en la actividad financiera y comercial, y son las que permiten crear posteriormente otras llaves secundarias (claves de acceso) en las plataformas tecnológicas que se utilizan en la actividad económica, o para disponer de las tarjetas de crédito y débito y restantes medios de pago. La utilización responsable de estas llaves  (maestras y secundarias) va creando la buena reputación de los ciudadanos dentro del sector financiero y comercial.

Otro ejemplo de la inconsciencia que muchos ciudadanos tienen respecto a la protección de su identidad, podemos verlo en la facilidad con la que introducen sus datos identificativos, sus fotos, su vida personal y sus aficiones en las redes sociales sin preocuparse de controlar su difusión, y lo que es peor, el poco cuidado que se tiene socialmente, en enseñar a los menores de edad para que utilicen  estas redes sociales con responsabilidad.

Uno de los riesgos más importantes que tiene Internet, nace del hecho de que  las personas van creando sobre la Red su “reputación social” por la propia dinámica del progreso. Todos vamos teniendo irremediablemente una existencia virtual junto a la real, y en la existencia virtual estamos dejando mucha  información que puede ser utilizada por los que quieran hacernos daño desde cualquier parte del mundo. Los niños y jóvenes son los que pueden ser los más perjudicados en este proceso, porque en algunos casos llevan años creando su propia “reputación social” en Internet sin ninguna ayuda de los mayores y, sin la experiencia necesaria para saber preservar su identidad frente al robo.


Nuestra identidad constituye nuestro “yo social” al que vamos uniendo poco a poco, con nuestros actos, la reputación con  la que vamos a ser   valorados social y económicamente. Es por ello por lo que debemos darle toda la atención que merece y evitar que nos pueda ser robada.